Jorge Bustos presenta ‘El hígado de Prometeo’ en Madrid

 

cam00371Con gran expectación en las redes sociales y rodeado de numeroso público se presentó ayer en la librería Neblí de Madrid el libro finalista del Premio Internacional de Ensayo Jovellanos, El hígado de Prometeo de Jorge Bustos, un ensayo que aborda los peligros a los que se enfrenta la cultura humanística hoy en día y que al mismo tiempo alienta la esperanza de que casi tres mil años de civilización no van a ceder su sitio a los farsantes emboscados en la cultura.

Más de 60 personas asistieron a la charla que mantuvo el autor con el periodista y escritor Ignacio Peyró. En la misma, Bustos se refirió al presente del oficio de periodista y a las virtudes que, en su opinión, deben tener redactores y columnistas, como son cuidar el estilo y usar el lenguaje rico y variado del español. No en vano, El hígado de Prometeo es un homenaje a grandes ases del periodismo español como Julio Camba, Josep Pla o Manuel Chaves Nogales.

Bustos animó a los presentes a lanzarse en pos del descubrimiento cultural para transmitir lo que de bueno tiene el canon artístico y romper los nuevos dogmas que desde púlpitos improvisados se lanzan sobre la sociedad.

cam00370En El hígado de Prometeo se recapitulan las amenazas que en estos momentos se ciernen sobre el humanismo, tales como la instauración «de una república de ágrafos agresivos, de analfabetos funcionales, de clérigos laicos y catecúmenos nacionalistas, de salvapatrias de hoz o de cruz que descabalgan del poni de su adanismo bochornoso y pisan los escaños de España como si la acabaran de descubrir. Como si no lleváramos encima veinticinco siglos de civilización», defiende Bustos.

Este libro está compuesto por ensayos y artículos cortos de temática diversa y actualísima en los que algunos héroes tratan de combatir la decadencia en solitario y en los que también numerosos farsantes coadyuvan a su agudización. Junto a la nostalgia y la reivindicación más o menos intempestiva, hay espacio en este libro para señalar el parpadeo de la resistencia, que emite su luz y en ocasiones reviste una intensidad cegadora, porque el fuego que robó Prometeo, en realidad, es tan inmortal como los propios dioses, y no puede apagarse jamás.

 

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